La “fuerza de cambio” busca permanecer en el poder hasta el 2025
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Analistas políticos y dirigentes de la fuerza oficialista
analizan la trayectoria del masismo y del Jefe de Estado al frente del Gobierno
hace 11 años.
"El MAS no es un partido, sino es un proyecto
político”, dijo el dirigente Feliciano
Vegamonte, cuando concedió una
entrevista para el libro ¿Cómo nació el MAS?
La ruralización de la política en Bolivia de Moira Zuazo, publicado en
2009.
Evo Morales
asumió el poder en
2006 y hoy se cumplen 11 años desde que el Movimiento Al Socialismo
(MAS) y el Jefe de Estado llegaron
al Gobierno. No obstante, expertos
indican que el masismo dejó de ser una "fuerza de cambio”; una exautoridad sostiene que se convirtió en lo que cuestionaba: un
partido político tradicional.
Pero, ¿cómo llega el masismo a esta fecha? El sociólogo
Henry Oporto responde: "Llega debilitado, desnaturalizado como proyecto
político y muy golpeado por la corrupción”.
En el MAS hay
una lectura distinta. "Llegamos con muchos
resultados y avances. Hay mucha diferencia de lo que era antes y lo que somos
hoy en día”, dice la diputada Concepción
Ortiz.
Oporto traza en las siguientes líneas la transformación
del frente gobernante: "El MAS ha dejado de ser una fuerza de
cambio y de valores esperanzadores para convertirse en un factor político
conservador y empeñado en aferrarse al poder a como dé lugar”.
El analista Carlos
Toranzo realiza una radiografía sobre el masismo y el tiempo en el poder, la cual se centra en lo que se ofertó y no se cumplió. "El MAS ofreció una
revolución ética, donde impere la moral y gobierne el ‘hombre nuevo’. A 11 de
años de Gobierno, se perdió la ética y la moral, los valores no existen; la
discrecionalidad en el manejo del poder es mayor que antes, al igual que la
corrupción. Los movimientos sociales fueron prostituidos con prebendas. La
oferta de un gobierno sensible a los indígenas acabó con la represión a ellos;
tampoco se impulsó una forma de desarrollo sensible al medioambiente”.
Toranzo agrega que "la idea original” de lograr
austeridad "terminó en un manejo
dispendioso de la cosa pública”, y que "la obsecuencia al caudillo
intenta tapar todos los excesos, pero no sólo para proteger al líder sino para
la autoprotección de los obsecuentes”.
El exviceministro Rafael Puente afirma que el MAS llega a
esta fecha "dañado”, por haberse
terminado de convertir en un "partido”. "Cuando el MAS nace, el año
95, en el congreso de la confederación única se formula textualmente: ‘Los
partidos políticos no sirven. Los de la
derecha porque son nuestros enemigos, los de la izquierda porque no nos entienden’. Entonces, en ahí se decide
crear no un partido, sino un instrumento político que permita a los movimientos
sociales participar en elecciones”.
La conversión del MAS en partido, dice Puente, se da "con todas las consecuencias de
todos los partidos... Entonces, hemos asistido al abuso de autoridad, a la corrupción,
al manejo prebendal, a peleas internas, a un terrible autoritarismo hacia
afuera del partido, hacia los que no son del MAS y dentro del MAS también. Y
eso no es novedad. No es algo de lo que podamos acusar al MAS. Es lo que ha
pasado con todos los partidos que han ejercido el poder y con algunos que sin
llegar a ejercerlo ya cayeron en ello”.
El punto de inflexión
¿En todo el proceso político reciente hay un antes y un después? Oporto manifiesta
que sí. "El punto de inflexión se ha producido el 21 F, con el rechazo en
las urnas a la reforma de la Constitución que pretendía habilitar a Evo Morales
para una tercera reelección consecutiva, en 2019. El resultado del 21F equivale
a un mandato de cambio”, afirma.
Este analista explica que los bolivianos rechazaron la
perpetuación de un régimen de autocracia electa y de un partido con el poder
total del Estado. "El país se ha
pronunciado por la alternancia y el reparto y equilibrio de poder. Los
bolivianos quieren recuperar el Estado de Derecho, que se reconstruyan las
instituciones democráticas, que se devuelva la independencia a la justicia, que
se ponga freno a la corrupción y el derroche de los recursos públicos”,
manifiesta.
Este analista considera que "mientras el país quiere cambio, y el
Gobierno bloquea la transición política, el deterioro de la economía sigue su
curso”; y que "por anteponer el
objetivo de la reelección”, el Gobierno no encara problemas como la
desaceleración de la economía, el estancamiento de la producción o el aumento
de la desocupación.
Con ese panorama, ¿cuál es la proyección del MAS? "La encrucijada del Gobierno es
encauzar la transición o seguir bloqueando su desarrollo”, afirma Oporto,
quien detalla que la agenda de transición contempla, entre otros
puntos, regenerar e institucionalizar la justicia, introducir cambios en el
sistema electoral para garantizar elecciones limpias, y transparentar la
gestión pública para combatir la corrupción.
Toranzo dice que
el MAS "ya no persigue valores, sólo busca su eternización en el
poder”. "La desesperación por el poder tenderá a cortar las libertades
democráticas, y conducirá a un intento de cooptación de gente ‘viable’ para apoyar la re-re-re-elección de Morales.
Pero, a diferencia de hace 11 años, ya no hay boom económico, sino
desesperación por gastar lo que queda de él y endeudar al país. Buena parte de
la población no cree en el régimen ni en su líder y hay millones de bolivianos que ya no desean
que se siembren nabos en sus espaldas”.
¿Hay margen para que
el MAS recupere su senda? "Siempre hay lugar para la esperanza,
pero requeriría una toma de conciencia muy clara, que no es fácil que se dé, de
que precisamente lo que se requiere es
dejar de ser partido y volver a ser lo que había sido, pero esas marchas atrás
en la historia es difícil darlas”, finaliza
Puente.
Pagina
Siete / Pablo Peralta M.
La “fuerza de cambio” busca permanecer en el poder hasta el 2025
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7:06:00 a.m.
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