
Desde que un reo llega a la puerta del penal empieza su
calvario, no solo le cobran por un lugar para dormir. Unos viven como reyes.
Por consumo de luz y agua se pagan miles de dólares
Después de la refriega entre reos ocurrida el 22 de
febrero en la cárcel de Palmasola por supuestas pugnas de poder para acaparar con
los negocios económicos que reportan jugosas sumas de dinero, policías de
inteligencia y encargados de los servicios de seguridad hicieron varias
revelaciones a EL DEBER sobre la realidad que se vive en el penal más poblado
del país, con más de 5.000 reclusos.
“Yo estuve seis meses haciendo inteligencia en Palmasola,
pero cuando reportaba cómo se dejaba pasar por la puerta principal alcohol,
droga y otras cosas prohibidas, incomodé a mis superiores y me cambiaron. Hay
internos que viven como ricos y otros como miserables. Allí todo es plata, es
una cadena que todos los gobiernos heredan. Lo que se ve en las series de
televisión no es una fantasía, eso mismo se vive en Palmasola y nadie quiere
parar esto, porque en la cárcel todo tiene su precio,” dijo uno de los agentes
que pidió mantener su nombre en reserva.
Desde la puerta principal
El calvario de las personas que son enviadas a la cárcel
de Palmasola con orden de detención preventiva, emitida por un juez, empieza en
la puerta principal conocida como PC-1. Ahí el reo es requisado, luego pasa a
gobernación, a manos del jefe de seguridad, donde se le hace la filiación.
Luego vienen los llamados ‘listeros’, son policías que dependen de Régimen
Penitenciario, estos interrogan al reo para luego derivarlo al lugar de
ambientación que es el PC-3 o Chonchocorito.
Los policías que decidieron contar todo aseguran que
desde aquí el preso es pulseado para actos extorsivos. Es interrogado de
acuerdo al delito cometido a su nacionalidad. Por ejemplo, si cayó preso por
narcotráfico y son colombianos, brasileños y chilenos, deben pagar altas sumas
de dinero.
A los presos nacionales se les cobra dependiendo de qué
departamento son y también del delito cometido. “¿Querés quedarte en
Chonchocorito? Igual pagás un monto, pero ahí no tendrás cómo moverte.
¿Prefieres pasar al PC-4 (régimen abierto), donde estarás más tranquilo,
caminarás de un lado a otro? Si es así, eso tiene su precio”, esta es la
propuesta que le hacen a los reclusos recién llegados.
Si el reo decide irse al PC-4, paga y es llevado hasta el
lugar, pero una vez adentro empiezan otros cobros, pero esta vez de parte de
los ‘mandamás’ de los reclusos, es decir, del regente y del subregente. En el
PC-4 hay piezas en alquiler desde $us 300, 500, 1.000, 1.500 hasta 3.000, con
Tv cable, Internet, aire acondicionado, gimnasio y otros lujos. Los que no
tienen plata, deben buscar dónde dormir o hacerlo en el piso de la iglesia o en
pasillos. A estos los llaman ‘los sin techo’.
En régimen abierto hay 33 pabellones, casas de dos
plantas construidas por los internos. Antes de alquilar piezas el preso es
interrogado por los encargados de disciplina (‘chalecos negros’). Les piden sus
datos, el de sus familiares, qué bienes tienen y basado en eso deben pagar
derecho de piso. El preso es investigado y si detectan que mintió, es castigado
y la suma a pagar sube.
Botes controlados por reos
EL DEBER pudo evidenciar un bote en el PC-4 al lado de la
iglesia Emaus. Mide 25 metros de largo y 4 m de ancho, allí son aislados cada
día hasta 60 internos. Los policías aseguran que ese bote es ilegal pues está
bajo control de los presos.
Otros botes hay en el penal de mujeres (PC-2) y en los
bloques A y B de Chonchocorito.
Según los policías, estos asilamientos son ilegales y
utilizados para extorsionar. El único bote legal controlado por la gobernación
del penal es el que está cerca al recinto femenino.
Sobre el tema, el gobernador Guido Plata admitió que
todos los PC tienen botes pero aseguró que son para aislar a reclusos por
faltas leves.
Cuando se le consultó sobre irregularidades, cobros,
extorsiones de internos, respondió: “Se sabe pero no se tiene constancia”. Dijo
que por el momento hay calma en el penal, pero es en apariencia porque en cualquier
momento pasa lo inesperado.
Pago
de luz y agua
Los reclusos dominan en el interior del penal,
cobrando por las viviendas, por derecho
al consumo de luz, agua y otros “privilegios”; sin embargo, las facturas por
los servicios básicos de la cárcel las paga la población boliviana a través de
sus impuestos. En el caso de Palmasola, la Gobernación cancela las facturas de
energía eléctrica y de agua.
Palmasola tiene un medidor de luz. Según el gerente de
Comunicación de la CRE, Amilkar Jaldín, los últimos 12 meses la Gobernación
pagó Bs 2.792.564 ($us 401.230), un promedio de Bs 199.468 al mes ($us 28.659).
La facturación incluye las tasas de aseo urbano y alumbrado público.
El penal cruceño tiene dos medidores de agua y según
datos de Saguapac, en 2016 facturó Bs 1.545.687 ($us 222.081), que al mes da un
promedio de Bs 128.807 ($us 18.506)
El
Deber / Guider Arancibia