La violó un taxista, y como la causa no avanzó, lo fue a buscar a Bolivia
Manuela fue abusada en 2015 en Colegiales a la salida de un bar. Desde entonces el acusado está prófugo. Sigue las pistas de las personas que se comunican con ella y dicen haberlo visto.
“O me quedaba llorando tirada en la cama o me hacía cargo
de mi causa”. En ese momento había pasado un año del día en que un taxista la
había violado en el barrio porteño de Colegiales y desde entonces el acusado se
encuentra prófugo. Manuela Espinel (22) decidió “salir a buscarlo” porque
“quienes tienen que hacerlo no me dan respuestas”. Se reunió con testigos que
aseguraron haberlo visto, sigue pistas, viajó a Bolivia, de donde es oriundo
Tito Franklin Escobar Ayllon, se acercó a la casa donde éste vivía en Buenos
Aires y empezó a estudiar la carrera de Derecho. A dos años del hecho, el abusador
sigue sin ser detenido.
Manuela se muestra entera, pero consciente de que desde aquel
18 de abril de 2015, cuando “un tipo decidió que tenía derecho sobre mi
cuerpo”, nada fue igual y que, “como los drogadictos, esto es un trabajo diario
para no caer”.
“Cuando se cumple un año me doy cuenta de que el Estado
estaba totalmente ausente y que no había tenido ninguna respuesta. Ahí mi mamá
me dice: ‘Manu, hasta ahora yo laburé por vos e hice lo que tenías que haber
hecho vos para amortiguarte un poco todo este dolor. Ahora vos podés quedarte
en una cama llorando o hacemos algo juntas. Porque si no te movés vos por tu
causa no lo va a hacer nadie por vos’. Ahí me di cuenta de que tenía dos
opciones: me quedaba llorando o me hacía cargo de mi causa. Así fue como
empezamos a llamar a la familia de él y decidí ir a Bolivia (donde se suponía que
se había fugado)”, recuerda.
Según relata la joven, una de las hipótesis de la
Justicia es que el acusado escapó a ese país porque el taxi fue encontrado
abandonado a la vuelta de un lugar de donde salen combis que se dirigen a
Bolivia.
“Mis amigos me preguntaban si estaba segura de ir, pero
tenía que hacerlo y si me lo encontraba, lo entregaba yo. Igual mi idea no era
encontrarlo, lo que quería saber era si allá había una investigación iniciada,
si lo estaban buscando”, recuerda. “Cuando estuve ahí –sigue– me di cuenta de
que nunca había escapado para Bolivia y que ni siquiera había fotos de él en la
frontera. No había nada. Entonces, mi planteo es: si en dos años no lo
encontraste en Bolivia y no hay nadie que haya denunciado que lo vio ahí, por
qué no lo empezás a buscar acá. Volvé al punto de partida”.
Investigación paralela. Tanto Manuela como su mamá,
Adriana, se comunicaron con los familiares de Escobar Ayllon para que les
brindaran información. “La mujer y la hija nos cortan. No me quieren escuchar.
Los padres de él me atienden bien. La madre es muy correcta pero no me dice
nada y el padre me asegura que está avergonzado por lo que hizo el hijo”,
destaca.
Además recopilan información que van recibiendo de
distintas personas que dicen haberlo visto en Argentina. “Recibimos mucha
información, pero la verdad es que muchos son cazarrecompensas y eso atrasa un
montón. Cuando nos llega un dato lo primero que hacemos es fijarnos quién lo
envía”, explica Manuela.
“La última pista que tuvimos fue de un motoquero que dijo
haberlo visto en la Villa 31. Pero la policía no entró para confirmar si estaba
o no”.
También fue hasta la casa del acusado en Buenos Aires
“para ver si lo veía”. Además decidió abandonar su carrera de Ciencias Políticas
para empezar Derecho.
“Yo no quería estudiar Derecho, yo quería ser actriz y
tuve que poner la cara en la tele por otra cosa. Tuve que resignar lo que a mí
me gustaba por esta causa. Tuve que sacrificar un montón de cosas porque un día
a un tipo se le ocurrió que tenía derecho sobre mi cuerpo. Antes de que me
pasara esto tal vez me imaginaba a los 37 con una pareja y un hijo. Ahora me
imagino a este tipo cumpliendo condena, yo yéndome a vivir a otro país y
empezando de cero donde no me conozcan, donde no sea esto y pueda hacer lo que
me gusta. Me cambió toda la vida”, enfatiza.
Manuela tuvo que sobrevivir al calvario. “El primer año
no me pude ni hacer cargo de lo que me había pasado. Escuchaba hablar de
Manuela en la tele y era como que no era yo. Al mismo tiempo, durante ese lapso
dependía de otros para hacer las cosas, no podía dormir sola. Empecé terapia y
cuando me sentía muy mal escribía”, relata Manuela la ambivalencia de sus
sensaciones. “Pero al mismo tiempo había una parte mía que estaba muy segura de
que no había sido culpa mía. Y yo quería volver a subirme a un taxi, y quería
volver a estar con un hombre, quería que este tipo no me haya robado todo en mi
vida”, asegura.
“A veces pienso que el tipo prófugo también me sirve. Que
durante toda su vida él viva escondido y yo como pancha por la vida es
Justicia. Pero después pasan cosas como las de Micaela (García, asesinada en
Entre Ríos), que largan a un violador y que no sólo viola sino que mata. Yo no
puedo vivir con eso y hacerme la boluda”, agrega.
“Cuando lo atrapen voy a sentir un poco de descanso,
porque después va a salir y va a seguir siendo un violador”, añora y dice: “Los
años que yo perdí buscándolo no me los devuelve nadie y no van a ser
equivalentes a los años que él va a estar adentro”.
Una carpeta con datos insólitos de los avances
“Quiero respuestas y que la ministra me reciba. Pasaron
dos años y en mi causa no hay avances”, se enoja Manuela. Por eso está
organizando una marcha al Ministerio de Seguridad de la Nación para después de
la movilización de NiUnaMenos. Quiere volver a recuperar la “tranquilidad”.
Desde el organismo le informaron que “ingresaron” al imputado “dentro de la
lista de los cincuenta más buscados” y que se aumentó la recompensa ofrecida
sobre su paradero.
Hace unos tres meses, la joven recibió una carpeta
informativa sobre su caso como respuesta “ante la solicitud de audiencia con la
ministra Bullrich”. Allí detalla que desde el Comando Unificado Federal de
Recaptura de Evadidos (Cufre) “mantuvieron contacto con la madre de la
denunciante” y “se encuentran trabajando junto a la Justicia”. En la misma
describe que la causa “está en trámite” y que “se está avanzando en algunas
hipótesis de investigación para lograr la detención del imputado”. También
detalla que “aumentaron la recompensa” y que “diseñaron los afiches con el
nuevo monto” (que pasó de 200 mil a 500 mil).
“Me entregaron una hojita con esa información que no dice
nada y después tres hojas más con la foto de mi violador como si yo no lo
conociera. Es indignante. Por eso, Patricia Bullrich, estoy esperando que me
recibas. Estoy esperando tu sonoridad de mujer a mujer. Porque en dos años no
hubo un solo avance en la causa”. n
“Ni a él le deseo
que lo violen”
Manuela salió de un bar el 18 de abril de 2015 y se tomó
un taxi en el barrio de Colegiales. Se quedó dormida y se despertó cuando el
conductor estaba arriba suyo. Abusó de ella y la obligó a bajarse del auto.
“Cuando a vos te violan te dicen que tenés que estar
triste, que no querés estar más con un tipo. Yo estaba muy enojada, pero
también muy segura de que yo no tenía la culpa de lo que pasó. Obvio que estaba
triste, no se lo deseo a nadie, ni siquiera a él le deseo que lo violen. Vivir
esa situación en la que estás privado de tu libertad, sentís que te van a matar
y no sabés qué hacer. Llegan a tal punto de quebrarte la integridad física y
emocional, que yo decía ‘no me defendí’ y logra que sienta que me dejé violar”.
Ella aportó datos del acusado, la patente del auto y las
características. “A los cinco días de la violación me llevaron a una rueda de
reconocimiento y era un tipo que no tenía nada que ver con mi declaración”,
recuerda indignada. Sigue libre.
Perfil
/ Nadia Galán
La violó un taxista, y como la causa no avanzó, lo fue a buscar a Bolivia
Reviewed by Fabian
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6:56:00 a.m.
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