Política exterior: “Bolivia está más cerca de Brasil que de Venezuela”
El excanciller Gustavo
Fernández es una autoridad en relaciones internacionales. No es muy amigo de
los medios, pero esta vez aceptó hablar con Página Siete sobre los cambios
mundiales, la ola de conflictos en América Latina y la política exterior
boliviana.
¿Cómo se están ubicando las piezas del tablero internacional en relación a
Trump y los nuevos mandatarios europeos?
Una de las manifestaciones de un cambio de época que se está produciendo es
el cambio del eje del poder del Atlántico al Pacífico con la emergencia de
China y del Asia, el centro del poder cambia después de 500 años. Ese proceso
ha tenido en el último tiempo manifestaciones que exacerban y aceleran el
cambio: la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y luego la elección de
Trump, un presidente proteccionista y nacionalista. En el plano económico hay
dos fuerzas que se están moviendo paralelamente, Estados Unidos y China, que
parecía que iban hacia una colisión, pero finalmente se abrió la puerta de un
acuerdo comercial.
Europa por su parte asimiló la salida de Gran Bretaña, la economía europea
comenzó a crecer nuevamente y las elecciones de Francia y Holanda alejaron la
posibilidad de una llegada de partidos de extrema derecha. En general ha
mejorado el panorama económico internacional; en la política ahí hay
problemas serios, el viaje de Trump al Medio Oriente tiene un par de efectos
disruptivos serios, primero que se alía con una de las potencias confrontadas
en la lucha geopolítica del Medio Oriente, Arabia Saudita (contra Irán), y le
vende armas.
Él cree que ha salido bien, pero la verdad es que entró al caldero del
diablo; y la otra es la grieta que se ha abierto en la Alianza Atlántica
en la relación de Estados Unidos con Alemania que quiere decir con Europa,
parece que se está insinuando cada vez más explícitamente una guerra comercial
con Alemania y con Europa. Se ha confirmado una tendencia que venía
insinuándose desde tiempo atrás, que Trump ha tenido "la virtud” de poner
en evidencia que Estados Unidos no es más la potencia hegemónica que imponía
sus condiciones en el mundo, Trump no ha podido imponer su visión y su
agenda.
Trump ve el sistema multilateral, creado y construido por Estados Unidos
después de la Segunda Guerra Mundial, como una conspiración perversa de
Alemania, China, México, Japón, Corea del Sur y el resto del mundo para
humillar a su país y aprovecharse de su generosidad o estupidez. Por eso saca
las manos del TPP, de la OTAN, del Acuerdo de París sobre cambio climático.
Así, temeroso y desconfiado, ordena el repliegue del Imperio.
Entonces, ¿la distancia con Merkel hace que también se distancie Estados
Unidos de Europa lo cual era impensable hasta hace unos meses?
Estados Unidos ya no puede imponer su agenda ni en Asia ni en Europa.
Con la actitud de Trump que trata de revivir la vieja hegemonía, lo que está
haciendo es que cada uno de los otros decida actuar por sí mismo, es decir,
ninguno quiere confrontarse con Estados Unidos, pero cada uno está dispuesto a
seguir su propio camino, lo ha dicho la señora Merkel con absoluta claridad
"ahora nosotros por nosotros mismos” ya no podemos depender de Estados Unidos,
ese es el cambio.
¿Y el affaire Estados Unidos – Rusia, como se entiende?
Quedó muy dañado, es bien interesante porque la base de esa alianza no era
geopolítica sino ideológica entre el cristianismo nacionalista de Rusia con los
movimientos nacionalistas religiosos evangélicos de Estados Unidos. Pero esa
alianza choca con los intereses geopolíticos, y entonces Estados Unidos que
quería esa alianza resulta que manda misiles y bombardea Irán o Siria, y Siria
es aliado de Rusia, es decir, la geopolítica termina imponiéndose y ahora que
termina de aliarse con Arabia Saudita contra Irán, está enfrentándose a otro
aliado de Rusia, si a eso se le agrega la política doméstica norteamericana se
ve que las posibilidades de una alianza con Rusia se aleja.
¿Cuál es la resonancia de este escenario en la región?
América Latina, salvo un momento de la Guerra Fría con los misiles de Cuba
y la Revolución Nicaragüense, estuvo relativamente distante de los grandes
conflictos geopolíticos del mundo y hoy día mantiene esa distancia. Esa
es una ventaja porque nos permiten conservar el margen de autonomía económica y
política que se ganó en la época de los precios de las materias primas, no
deberíamos entrar en estos conflictos, ni tomar partido con Trump, ni con
Europa, ni con China porque no son nuestros intereses, pero sí mantener esas
opciones abiertas.
De esa manera, entraríamos en una etapa distinta de la dependencia
histórica de América Latina respecto de Estados Unidos. Es la oportunidad que
tiene América Latina para tener una presencia importante en la economía y la
política mundial, pero para eso tiene que superar sus grandes conflictos como
la desigualdad, el narcotráfico, la violencia criminal, la corrupción y el gran
tema político que es la quiebra o la crisis del sistema de representación
política, y no solo eso, sino que ya no cree en las instituciones.
Dice que hay una crisis del sistema de partidos. ¿Cuál es la manera de
enfrentar entonces esta crisis en la región?
Todos quieren un sistema judicial independiente, un Congreso que represente
efectivamente a la gente, todos quieren un Poder Ejecutivo libre de la
corrupción, es decir, no están contra el sistema, están contra las
manifestaciones del sistema, los partidos y las instituciones, cómo se va a
hacer eso, eso es una enorme pregunta.
¿Se podrá recuperar algún grado de credibilidad?
Y con otros actos y con otros actores.
América Latina se ha movido en una especie de péndulo. ¿Se viene una
América Latina mucho menos populista y mucho más conservadora?
En este momento, la tendencia es hacia una derecha empresarial -Macri, PPK,
Piñera, Doria (alcalde de San Pablo), o Uribe en Colombia-, se ve una clara
tendencia a la derecha liberal, conservadora y empresarial, pero puede salir en
cualquier momento una expresión nacionalista, populista de derecha, lo que sí
se ve es que el nacionalismo de izquierda está seriamente dañado, afectado, el
equilibrio regional ha cambiado, Unasur ya no se reúne, CELAC ya no puede
reunirse en conferencias presidenciales, el ALBA es una expresión pequeña y
aislada de lo que había sido con una Venezuela que va con muletas.
Es decir, cambió el equilibrio regional, no hay un país que ordene el
sistema. Cómo van a estructurarse las alianzas del futuro, eso depende del
desenlace de Venezuela, Brasil, depende de cómo marche México, cómo se produzca
la transición generacional de Cuba, porque nos estamos acercando a un cambio
enorme, sale Raúl y se viene Díaz Canel, él es el hombre; y falta ver cómo
avanzan los acuerdos de paz en Colombia.
¿Cómo evalúa la política exterior boliviana, muy unida al ALBA, al gobierno
de Maduro?
Primero tiene que verse que el mundo cambió. Es evidente que el Gobierno
tiene menos amigos, no está Lula, no está Cristina, no está Mujica, no está
Correa, no está Lugo, no está Zelaya, no está Ahmadineyad. Está Moreno y está
Vásquez, pero no son lo mismo que Correa y Mujica. En Irán, Hassan Rouhani está
en el otro polo que Ahmadineyad. El club de amigos cambió, los amigos del
vecindario cambiaron. Le quedan dos y los dos amigos que quedan del pasado,
cada uno está con sus serios problemas: Cuba y Venezuela.
El espacio que tenía para desarrollar su política exterior, y los dos
puntos centrales de la política exterior boliviana, que son la reivindicación
marítima y la expansión económica, hoy tienen más dificultades que antes. Y
Chile, pese a que no es el gran actor de antes, tiene más espacio en este nuevo
mundo, y está usando ese espacio para presionar cada vez con mayor dureza
a Bolivia. Las últimas cosas que estamos viendo, muestran claramente una
política de presión e intimidación hacia el país. No son incidentes aislados,
son parte de una política. Eso porque su espacio político internacional es más
amplio que el nuestro.
¿Cómo podría afectarle al país este nuevo escenario en su demanda marítima?
Lo que me preocupa es que el momento en que llegue la negociación,
necesitamos crear un espacio de solidaridad y apoyo político que hemos perdido
o estamos perdiendo, la resolución de 1979 se dio acá porque logramos armar un
frente de apoyo político sustantivo y el frente que tenía el gobierno del
presidente Morales hace 10 años era más fuerte que el de hoy porque al lado
suyo estaba Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, tenía un espacio mayor de
movimiento, ese espacio se ha perdido. Hay que ajustar la estrategia a la
nueva realidad y poner énfasis en diferenciar claramente la política
internacional de estado de la política internacional de partido.
Cuba sabe hacerlo, en el momento de mayor aislamiento se las arregló para
mantener relaciones de estado con todos. Esa es la lección que se debe sacar,
el país tiene que entender la realidad y acomodar su política internacional a
esos elementos para recuperar la fuerza que necesita. Y tiene una oportunidad
en eso con la presidencia de Consejo de Seguridad, que es una enorme
responsabilidad, si allí se cometen errores, van a ser errores que van a pesar
seriamente en el futuro de la política exterior del país.
¿Cómo debería comportarse Bolivia en ese escenario?
Con la mayor seriedad y con el mayor equilibrio posible. América Latina no
está en esa lucha, nos hemos mantenido distantes, pero si aparecemos por
nuestra propia voluntad tomando posiciones en favor de uno u otro en el momento
del conflicto, cometeríamos un error.
Sacha Llorenti ya ha tomado una posición sobre la armas químicas en Siria.
¿Eso configura un escenario desfavorable?
Si se mantiene sí, desde luego, no ha de marcar línea, lo que diga Bolivia
no ha de ser determinante para la conducta del Consejo de Seguridad, solo sirve
para poner una marca en los antecedentes bolivianos.
Bolivia no termina de resolver su relación con Brasil, pese a que se viene
la firma del contrato de gas. ¿Qué se podría prever o qué se podría hacer en
este punto?
Es claro que para Bolivia la relación con Venezuela tiene importancia
política, en cambio con Brasil la relación es esencialmente económica. Brasil
es nuestro principal mercado no solo para las ventas de gas, sino que
estamos en primera vez en nuestra historia próximos a un centro dinámico de la
economía mundial, de Santa Cruz a San Paulo hay 800 Km, antes estábamos lejos
de los mercados de Estados Unidos o de Europa.
Venezuela mal, la posibilidad de revivir ese proyecto es muy difícil, el
tamaño del daño es enorme, el esfuerzo de reconstrucción gigantesco, en dos
palabras Venezuela no será un actor fundamental en la política y economía
latinoamericana en los próximos 10 años. Brasil es un drama enorme, pero tiene
fecha de solución, el próximo año hay elecciones, que van a reconstruir el
sistema, porque Brasil es un país enorme y el daño no es estructural, es
político, no está en la estructura productiva de Brasil. Brasil ha de
recuperarse, ha de volver a ocupar su lugar y Bolivia está más cerca de Brasil
que de Venezuela.
¿Qué pasa con la relación con Estados Unidos? Hasta ahora Trump ha ignorado
a Bolivia, pese a que el Gobierno boliviano dijo que quiere recomponer
relaciones.
No somos nosotros, es América Latina que no está. Ni Brasil está en el
radar de las potencias. Nuestros problemas son nuestros problemas, no afectan a
la relación de las grandes potencias. Ni EEUU se va a preocupar por tumbar el
Gobierno, ni va a ser el aliado principal de éste. El foco de nuestra relación
está en Sudamérica, antes estuvo en la relación con EEUU, no más. China
es un actor mundial. El mercado más importante para Brasil es China, para
Argentina, para Chile. China es un actor que llegó en términos de mercado para
nuestros productos y de financiamiento, es la nueva relación del mundo.
¿Cómo ve la gestión de conflicto con Chile a raíz de los nueve detenidos?
La política chilena no es casual, es una estrategia de presión hacia
Bolivia, de debilitamiento de la posición boliviana. Eso exige una visión
completa de la política exterior boliviana. Los presidentes
latinoamericanos donde se reúnen ahora, en la Alianza del Pacífico y Mercosur,
y Bolivia no está. Es importante que Bolivia asuma la importancia de salir de
su ideologización, del sesgo ideológico que dio a la política exterior y que
asuma la política exterior de Estado.
Los dos puntos de la política exterior boliviana son reintegración marítima
y acceso a mercados, ambos dependen de la relación con América Latina,
ese es su espacio, que vengan aliados de afuera, está bien, pero el centro de
mi política es esta y tengo que tener claro mi política y no la política de
otros. Ese fue el error, no es tanto que se aisló, los hechos lo aislaron, los
otros se fueron, se quedó sin amigos. Y no están los que eran sus amigos, los
que lo entendían y lo apoyaban, ese club ya no está y se debe sentir muy solo.
Política exterior: “Bolivia está más cerca de Brasil que de Venezuela”
Reviewed by Fabian
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8:41:00 p.m.
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