Política exterior: “Bolivia está más cerca de Brasil que de Venezuela”



Considera que Brasil se recuperará pronto, en cambio Venezuela tardará unos 10 años en lograrlo.
El excanciller Gustavo Fernández es una autoridad en relaciones internacionales. No es muy amigo de los medios, pero esta vez aceptó hablar con Página Siete sobre los cambios mundiales, la ola de conflictos en América Latina y la política exterior boliviana.
¿Cómo se están ubicando las piezas del tablero internacional en relación a Trump y los nuevos mandatarios europeos?

Una de las manifestaciones de un cambio de época que se está produciendo es el cambio del eje del poder del Atlántico al Pacífico con la emergencia de China y del Asia, el centro del poder cambia después de 500 años. Ese proceso ha tenido en el último tiempo manifestaciones que exacerban y aceleran el cambio: la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y luego la elección de Trump, un presidente proteccionista y nacionalista. En el plano económico hay dos fuerzas que se están moviendo paralelamente, Estados Unidos y China, que parecía que iban hacia una colisión, pero finalmente se abrió la puerta de un acuerdo comercial.

Europa por su parte asimiló la salida de Gran Bretaña, la economía europea comenzó a crecer nuevamente y las elecciones de Francia y Holanda alejaron la posibilidad de una llegada de partidos de extrema derecha. En general ha mejorado el panorama económico internacional; en  la política ahí hay problemas serios, el viaje de Trump al Medio Oriente tiene un par de efectos disruptivos serios, primero que se alía con una de las potencias confrontadas en la lucha geopolítica del Medio Oriente, Arabia Saudita (contra Irán), y le   vende armas.

Él cree que ha salido bien, pero la verdad es que entró al caldero del diablo;  y la otra es la grieta que se ha abierto en la Alianza Atlántica en la relación de Estados Unidos con Alemania que quiere decir con Europa, parece que se está insinuando cada vez más explícitamente una guerra comercial con Alemania y con Europa. Se ha confirmado una tendencia que venía insinuándose desde tiempo atrás, que Trump ha tenido "la virtud” de poner en evidencia que Estados Unidos no es más la potencia hegemónica que imponía sus condiciones en el mundo, Trump no ha podido  imponer su visión y su agenda.

Trump ve el sistema multilateral, creado y construido por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, como una conspiración perversa de Alemania, China, México, Japón, Corea del Sur y el resto del mundo para humillar a su país y aprovecharse de su generosidad o estupidez. Por eso saca las manos del TPP, de la OTAN, del Acuerdo de París sobre cambio climático. Así, temeroso y desconfiado, ordena el repliegue del Imperio. 

Entonces, ¿la distancia con Merkel hace que también se distancie Estados Unidos de Europa lo cual era impensable hasta hace unos meses?

Estados Unidos ya no puede imponer su agenda ni en  Asia ni en Europa. Con la actitud de Trump que trata de revivir la vieja hegemonía, lo que está haciendo es que cada uno de los otros decida actuar por sí mismo, es decir, ninguno quiere confrontarse con Estados Unidos, pero cada uno está dispuesto a seguir su propio camino, lo ha dicho la señora Merkel con absoluta claridad "ahora nosotros por nosotros mismos” ya no podemos depender de Estados Unidos, ese es el cambio.

¿Y el affaire Estados Unidos – Rusia, como se entiende?

Quedó muy dañado, es bien interesante porque la base de esa alianza no era geopolítica sino ideológica entre el cristianismo nacionalista de Rusia con los movimientos nacionalistas religiosos evangélicos de Estados Unidos. Pero esa alianza choca con los intereses geopolíticos, y entonces Estados Unidos que quería esa alianza resulta que manda misiles y bombardea Irán o Siria, y Siria es aliado de Rusia, es decir, la geopolítica termina imponiéndose y ahora que termina de aliarse con Arabia Saudita contra Irán, está enfrentándose a otro aliado de Rusia, si a eso se le agrega la política doméstica norteamericana se ve que las posibilidades de una alianza con Rusia se aleja.

¿Cuál es la resonancia de este escenario en la región?

América Latina, salvo un momento de la Guerra Fría con los misiles de Cuba y la Revolución Nicaragüense, estuvo relativamente distante de los grandes conflictos geopolíticos del mundo y hoy día mantiene esa distancia.  Esa es una ventaja porque nos permiten conservar el margen de autonomía económica y política que se ganó en la época de los precios de las materias primas, no deberíamos entrar en estos conflictos, ni tomar partido con Trump, ni con Europa, ni con China porque no son nuestros intereses, pero sí mantener esas opciones abiertas.

De esa manera, entraríamos en una etapa distinta de la dependencia histórica de América Latina respecto de Estados Unidos. Es la oportunidad que tiene América Latina para tener una presencia importante en la economía y la política mundial, pero para eso tiene que superar sus grandes conflictos como la desigualdad, el narcotráfico, la violencia criminal, la corrupción y el gran tema político que es la quiebra o la crisis del sistema de representación política, y no solo eso, sino que ya  no cree en las instituciones.

Dice que hay una crisis del sistema de partidos. ¿Cuál es la manera de enfrentar entonces esta crisis en la región?

Todos quieren un sistema judicial independiente, un Congreso que represente efectivamente a la gente, todos quieren un Poder Ejecutivo libre de la corrupción, es decir, no están contra el sistema, están contra las manifestaciones del sistema, los partidos y las instituciones, cómo se va a hacer eso, eso es una enorme pregunta.

¿Se podrá recuperar algún grado de credibilidad?

Y con otros actos y con otros actores.

América Latina  se ha movido en una especie de péndulo. ¿Se viene una América Latina mucho menos populista y mucho más conservadora?

En este momento, la tendencia es hacia una derecha empresarial -Macri, PPK, Piñera, Doria (alcalde de San Pablo), o Uribe en Colombia-, se ve una clara tendencia a la derecha liberal, conservadora y empresarial, pero puede salir en cualquier momento una expresión nacionalista, populista de derecha, lo que sí se ve es que el nacionalismo de izquierda está seriamente dañado, afectado, el equilibrio regional ha cambiado, Unasur ya no se reúne, CELAC ya no puede reunirse en conferencias presidenciales, el ALBA es una expresión pequeña y aislada de lo que había sido con una Venezuela que va con muletas.

Es decir, cambió el equilibrio regional,  no hay un país que ordene el sistema. Cómo van a estructurarse las alianzas del futuro, eso depende del desenlace de Venezuela, Brasil, depende de cómo marche México, cómo se produzca la transición generacional de Cuba, porque nos estamos acercando a un cambio enorme, sale Raúl y se viene Díaz Canel, él es el hombre; y falta ver cómo avanzan los acuerdos de paz en Colombia.  

¿Cómo evalúa la política exterior boliviana, muy unida al ALBA, al gobierno de Maduro?

Primero tiene que verse que el mundo cambió. Es evidente que el Gobierno tiene menos amigos, no está Lula, no está Cristina, no está Mujica, no está Correa, no está Lugo, no está Zelaya, no está Ahmadineyad. Está Moreno y está Vásquez, pero no son lo mismo que Correa y Mujica. En Irán, Hassan Rouhani está en el otro polo que Ahmadineyad. El club de amigos cambió, los amigos del vecindario cambiaron. Le quedan dos y los dos amigos que quedan del pasado, cada uno está con sus serios problemas: Cuba y Venezuela.

El espacio que tenía para desarrollar su política exterior, y los dos puntos centrales de la política exterior boliviana, que son la reivindicación marítima y la expansión económica, hoy tienen más dificultades que antes. Y Chile, pese a que no es el gran actor de antes, tiene más espacio en este nuevo mundo,  y está usando ese espacio para presionar cada vez con mayor dureza a Bolivia. Las últimas cosas que estamos viendo, muestran claramente una política de presión e intimidación hacia el país. No son incidentes aislados, son parte de una política. Eso porque su espacio político internacional es más amplio que el nuestro.

¿Cómo podría afectarle al país este nuevo escenario en su demanda marítima?

Lo que me preocupa es que el momento en que llegue la negociación, necesitamos crear un espacio de solidaridad y apoyo político que hemos perdido o estamos perdiendo, la resolución de 1979 se dio acá porque logramos armar un frente de apoyo político sustantivo y el frente que tenía el gobierno del presidente Morales hace 10 años era más fuerte que el de hoy porque al lado suyo estaba Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, tenía un espacio mayor de movimiento, ese espacio se  ha perdido. Hay que ajustar la estrategia a la nueva realidad y poner énfasis en diferenciar claramente la política internacional de estado de la política internacional de partido.

Cuba sabe hacerlo, en el momento de mayor aislamiento se las arregló para mantener relaciones de estado con todos. Esa es la lección que se debe sacar, el país tiene que entender la realidad y acomodar su política internacional a esos elementos para recuperar la fuerza que necesita. Y tiene una oportunidad en eso con la presidencia de Consejo de Seguridad, que es una enorme responsabilidad, si allí se cometen errores, van a ser errores que van a pesar seriamente en el futuro de la política exterior del país.

¿Cómo debería comportarse Bolivia en ese escenario?

Con la mayor seriedad y con el mayor equilibrio posible. América Latina no está en esa lucha, nos hemos mantenido distantes,  pero si aparecemos por nuestra propia voluntad tomando posiciones en favor de uno u otro en el momento del conflicto, cometeríamos un error. 

Sacha Llorenti ya ha tomado una posición sobre la armas químicas en Siria. ¿Eso configura un escenario desfavorable?

Si se mantiene sí, desde luego, no ha de marcar línea, lo que diga Bolivia no ha de ser determinante para la conducta del Consejo de Seguridad, solo sirve para poner una marca en los antecedentes bolivianos.

Bolivia no termina de resolver su relación con Brasil, pese a que se viene la firma del contrato de gas. ¿Qué se podría prever o qué se podría hacer en este punto?


Es claro que para Bolivia la relación con Venezuela tiene importancia política, en cambio con Brasil la relación es esencialmente económica. Brasil es nuestro principal mercado  no solo para las ventas de gas, sino que estamos en primera vez en nuestra historia próximos a un centro dinámico de la economía mundial, de Santa Cruz a San Paulo hay 800 Km, antes estábamos lejos de los mercados de Estados Unidos o de Europa.  

Venezuela mal, la posibilidad de revivir ese proyecto es muy difícil, el tamaño del daño es enorme, el esfuerzo de reconstrucción gigantesco, en dos palabras Venezuela no será un actor fundamental en la política y economía latinoamericana en los próximos 10 años. Brasil es un drama enorme, pero tiene fecha de solución, el próximo año hay elecciones, que van a reconstruir el sistema, porque Brasil es un país enorme y el daño no es estructural, es político, no está en la estructura productiva de Brasil. Brasil ha de recuperarse, ha de volver a ocupar su lugar y Bolivia está más cerca de Brasil que de Venezuela.

¿Qué pasa con la relación con Estados Unidos? Hasta ahora Trump ha ignorado a Bolivia, pese a que el Gobierno boliviano dijo que quiere recomponer relaciones.

No somos nosotros, es América Latina que no está. Ni Brasil está en el radar de las potencias. Nuestros problemas son nuestros problemas, no afectan a la relación de las grandes potencias. Ni EEUU se va a preocupar por tumbar el Gobierno, ni va a ser el aliado principal de éste. El foco de nuestra relación está en Sudamérica, antes estuvo en la relación con EEUU, no más.  China es un actor mundial. El  mercado más importante para Brasil es China, para Argentina, para Chile. China es un actor que llegó en términos de mercado para nuestros productos y de financiamiento, es la nueva relación del mundo.

¿Cómo ve la gestión de conflicto con Chile a raíz de los nueve detenidos?

La política chilena no es casual, es una estrategia de presión hacia Bolivia, de debilitamiento de la posición boliviana. Eso exige una visión completa de la política exterior boliviana.  Los presidentes latinoamericanos donde se reúnen ahora, en la Alianza del Pacífico y Mercosur, y Bolivia no está. Es importante que Bolivia asuma la importancia de salir de su ideologización, del sesgo ideológico que dio a la política exterior y que asuma la política exterior de Estado.

Los dos puntos de la política exterior boliviana son reintegración marítima y acceso a mercados, ambos  dependen de la relación con América Latina, ese es su espacio, que vengan aliados de afuera, está bien, pero el centro de mi política es esta y tengo que tener claro mi política y no la política de otros. Ese fue el error, no es tanto que se aisló, los hechos lo aislaron, los otros se fueron, se quedó sin amigos. Y no están los que eran sus amigos, los que lo entendían y lo apoyaban, ese club ya no está y se debe sentir muy solo.


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