Shirley y Noemí, las primeras maestras de estatura baja
Shirley y Noemí, las primeras
maestras de estatura baja
Hace 17
años, a Shirley Basualdo le cerraron las puertas de la entonces Normal de La
Paz por ser de talla baja, pero eso la fortaleció para insistir. Hoy hace sus
prácticas porque pronto se graduará como maestra. Ella y Noemí, quien tiene
acondroplasia, son las primeras de estatura baja en esas aulas.
Shirley detalló que su estatura llega
a 1,20 metros. Tiene un hermano de 12 años, una mamá que es comerciante
ambulante de servicio de café en la calle Comercio y un papá con discapacidad visual,
quien no paró hasta ser maestro de Música en el colegio Holanda. Ella heredó la
fortaleza de sus padres.Recordó que de niña peregrinó junto a su madre por
varias escuelas para que la acepten en kínder. “Me dolía mucho cuando los niños
me preguntaban: ¿por qué eres chiquitita?”.
Al finalizar el bachillerato, en 2000,
intentó inscribirse a la normal, ahora Escuela Superior de Formación de
Maestros Simón Bolívar, pero le negaron el ingreso. Su progenitora le dijo que
se conformaba con que fuera bachiller, pero su padre fue quien le dio el
impulso para seguir y “llegar lejos”.
Entonces, ella ingresó a la carrera de
Ciencias de la Educación, en la Universidad Nacional Siglo XX, en Llallagua
(Potosí); realizó su internado en Oruro y en 2016 defendió su tesis. “Fui la
única persona con discapacidad, me formé en lo académico y en lo político,
porque era la primera ejecutiva electa de mi carrera”.
Curso. Shirley Basualdo, de pie, y Noemí, en una clase de la Escuela Superior Simón Bolívar. Fotos: José Lavayén
Curso. Shirley Basualdo, de pie, y Noemí, en una clase de la Escuela Superior Simón Bolívar. Fotos: José Lavayén
Inclusión. En 2013, Shirley decidió postularse
otra vez a la exnormal para ser maestra de nivel inicial y la aceptaron porque
ya existía la Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez (070), que establece la
educación inclusiva. “Como tenía más conocimientos y práctica, me adapté más
fácilmente”, recordó la joven de 28 años.
Martha Alvarado, su docente de Inglés,
en la rama de Comunicación y Lenguaje, explicó que hicieron un currículo
diferente para Shirley, en el que reemplazaron los ejercicios físicos por otro
tipo de estrategias en aula.
Actualmente la joven realiza sus
prácticas de último año. Los niños del kínder Tokio, donde ella estudió, fueron
sus primeros estudiantes. Rememoró que sintió miedo, pero no lo demostró.
“Entré al curso, los niños me miraron y preguntaron ¿por qué eres así?, ¿vas a
crecer como mi profesora? Les respondí que no iba a crecer, pero igual podía
enseñarles”.
Cuando La Razón visitó la exnormal,
Shirley demostró su dominio en aula con sus compañeros de primer año. Ella
recordó que una vez dio una clase a los de cuarto año de la carrera de Música y
Artes, y uno de los estudiantes la interrumpió. “Le respondí: no le gusta mi
clase compañero, puede retirarse, a mí me cuesta hacer esta clase y para usted
es fácil insultar y molestar”.
Pizarra. Confesó que la altura del pizarrón es
uno de sus obstáculos a la hora de dictar clase, pero ella se da modos, alista
sus propios cuadros y pide ayuda a sus alumnos para sujetarlos.
Uno de sus desafíos es hacer su año de
provincia en Viluyo (Llallagua), donde cuenta con el cariño de la gente. Otra
meta es tener una familia con su novio, un joven “normal”.
Noemí Salazar, de 25 años, es la segunda
estudiante de talla baja en la historia de la Escuela de Maestros de La Paz.
Ella cursa el primer año y, al igual que Shirley, será maestra de inicial.
Recordó que en el colegio se burlaban
de su acondroplasia (trastorno genético que afecta al crecimiento óseo y causa
el tipo más común de enanismo), la llamaban “Mafalda” o “Chuki”. Por eso, ella
quiere fomentar una educación diferente.
Tras salir bachiller se matriculó en
la carrera de Arquitectura de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), pero
decidió abandonarla porque se le dificultó hacer y manejar las maquetas.
Entonces buscó un espacio en Comunicación Social para especializarse en
publicidad.
Pero para cumplir su propósito de
ofrecer educación sin discriminación estudia paralelamente para profesora, su
hermana y tía, que ya son educadoras, la motivaron. “Al final aprendí a querer
esta carrera de maestra”, indicó Noemí.
La Razón Digital /
Aleja Cuevas
Shirley y Noemí, las primeras maestras de estatura baja
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