Blooming apuesta por un ecuatoriano

El mediocampista Eddy Roy Corozo Olaya llegará para reforzar la contención en el equipo, en condición de préstamo. El jugador pertenece a las filas del Emelec, club con el que se consagró campeón.

Para cubrir la zona más débil del equipo a lo largo del torneo Clausura, la dirigencia de Blooming apostó por el ecuatoriano Eddy Corozo, que viene de Emelec, en condición de préstamo.

Después de 17 años el directorio de la academia cruceña vuelve a mirar al país andino para fichar a un jugador. El último ecuatoriano que estuvo ligado al equipo fue Jimmy Blandón (1999-2000), que coincidentemente jugaba en la misma posición que el nuevo refuerzo.

Corozo, de 23 años, llegará a préstamo por un año (julio de 2018), con opción de ampliar su vínculo por un año más. El ecuatoriano debe llegar el fin de semana para ponerse a las órdenes de Jeaustin Campos, que el lunes tiene previsto iniciar una minipretemporada.

El jugador andino, que viene de jugar en Emelec, se sumará a los argentinos Pablo de Miranda, Franco Coria y Alejandro Quintana, y a los nacionales Brian Hinojosa, Edwin Ribera y Juan Pablo Rioja, que firmaron antes.

Solo falta un delantero

Con el fichaje de Corozo, la academia suma cinco extranjeros en sus filas, por lo que solo están a la espera de concretar las negociaciones con un delantero por fuera, que acompañe a César ‘Picante’ Pereyra y que alimente a Alejandro Quintana.

Se conoció que este será el último refuerzo que contrate la dirigencia celeste, ya que con este completarían sus cupos de extranjeros y los dos jugadores por puesto, que pidió el DT.

Trabajarán en la sede 10 días de pretemporada

El técnico costarricense, Jeaustin Campos, tiene pensado realizar una pretemporada de 10 días en la sede, a partir del lunes.

Franco Coria será uno de los últimos jugadores en incorporarse, ya que su equipo, Douglas Haig de Pergamino, está jugando su permanencia en la B Nacional, en Argentina.

La academia está apostando a llenar muchos vacíos en el equipo con jugadores de la cantera, que son juveniles.

El Deber / Jorge Arancibia