Canelas, experiodista devenido en gobernador, ahora compara al Che con Jesús
Canelas
compara al Che con Jesús por trascender la muerte
Ante una nutrida presencia de niños de distintos cursos,
vestidos de camisas blancas, boinas rojas y negras, el gobernador de
Cochabamba, Iván Canelas, aseguró la mañana de este martes que el “Che” Guevara es como Jesús, porque
trascendió la muerte y sigue presente, guiando los ideales de un proceso
revolucionario.
Al acto asistió el presidente Evo Morales y autoridades
locales que participaron en la entrega
de la Unidad Educativa llamada “Ernesto Che Guevara”, en la población
cochabambina de Chimoré, donde Canelas expresó su satisfacción porque la comunidad decidió colocar el nombre del
guerrillero argentino-cubano, victimado en Bolivia en la década del 70.
“Qué lindo que haya colegios que lleven el nombre de un
gran hombre, como el Che. El Che ha trascendido la muerte. ¿Qué quiere decir
eso? Que sigue viviendo y no vive en Bolivia, en Cuba, vive en todo el mundo.
Hay muy pocos hombres que han trascendido la muerte, está el comandante Fidel,
el comandante Chávez, está creo yo Gandhi, Mandela en lo político. Y en lo
científico Albert Einstein, por ejemplo, y también Jesús, Cristo. Él también ha
trascendido la muerte. Estos grandes hombres, como el Che, han dejado con su muerte
una semilla. ¿Y qué es la semilla? Ustedes saben, cuando cae en buena tierra,
la semilla nace, crece, vuelve a nacer, nace un gran árbol y en el caso
de estos grandes hombres, en el caso del Ché, cuando ha muerto ha nacido sus
ideas, su lucha y su revolución, esa es la importancia del Che jóvenes y niños,
hermanas y hermanos”, dijo en su discurso inaugural.
TOZUDO
E IRASCIBLE
El digital La Razón de España entrevistó al escritor J.J. Benítez, donde lo describió
como “tozudo, irascible y caótico, protestaba de todo. Tenía la lengua afilada
y disfrutaba haciendo llorar. Se consideraba un profeta y hacía gala de un mal
genio casi permanente”.
Así es el comandante Guevara que aparece en el nuevo
libro de J.J. Benítez, «Tengo a papá. Las últimas horas del Che» (Planeta), en
el que el escritor narra el descenso al infierno del guerrillero argentino en
la selva de Bolivia hasta su ejecución sumaria en octubre de 1967 a manos del
Ejército.
Benítez comenzó esta investigación periodística a partir
del testimonio de un ex agente de la CIA que fue testigo de la muerte del
revolucionario. Su relato también se nutre de los diarios de personas que
estuvieron cerca del mito comunista y las declaraciones de militares
bolivianos.
–¿Qué imagen tenía usted de joven sobre el
Che?
–Le venía
como a un libertador, un mito. Tenía una imagen algo difusa. Yo no sabía
realmente lo que había pasado con él, pero cuando me puse a investigar sobre él
me di cuenta de que todo estaba todo manipulado.
–¿Qué rasgos del Che Guevara
descubrió durante su investigación que desmienten al mito ?
–Era un
hombre desequilibrado, violento, machista, muy culto pero muy poco tolerante,
con unas ideas revolucionarias terribles, donde lo único que importaba era la
sangre y la guerra para combatir al imperialismo yanqui. Quiso lanzar bombas
nucleares sobre Estados Unidos. Era un demente sanguinario. No tiene nada que
ver con lo que nos habían contado a mi generación. Nos han estado mintiendo. Al
mismo tiempo, tenía una cultura enciclopédica, le gustaban las matemáticas y la
lectura. Y le fastidiaban mucho los honores. Al final, las circunstancias lo
convirtieron en un héroe.
–¿Es verdad que Fidel pudo
haberle rescatado de Bolivia pero prefirió dejarlo morir?
–Así es. El
Che se fue a Bolivia con mapas manipulados por los cubanos y con una radio sin
capacidad para transmitir. Fidel le pudo conseguir munición, comida y apoyo del
Partido Comunista. Todo eso falló. No me creo que los servicios de inteligencia
cubanos le den unos mapas de Bolivia con errores. Fidel le envió a una muerte
segura.
–¿Por qué Guevara nunca habla
mal de Fidel antes su compañeros de guerrilla?
–Él
sospechaba de Fidel, pero no tenía sentido decirles a los revolucionarios que
le acompañaban que Cuba les había traicionado, no podía reconocerlo delante de
sus hombres. Estaba aislado. Se limitaba a cantar tangos, a fumar en pipa y a
escribir su diario.
–¿Era un buen soldado, un buen
estratega?
–No, cometía
muchos errores. Los propios guerrilleros le decían que los mapas estaban mal y
que la guerrilla no contaba con el apoyo del campesinado boliviano. No tenían
logística. En esa situación tienes que marcharte, pero él siguió adelante,
condenando a más de cuarenta soldados a una muerte casi segura.
–¿Pero en Cuba él sobresalió
como guerrillero?
–Por eso era
un héroe. Actuaba como un suicida, se lanzaba a la batalla como el primero, eso
le granjeó muchas simpatías en Cuba. Pero las cosas empezaron a cambiar cuando
se decantó por una filosofía que no era el castrismo. Fidel le dejó entonces
que siguiera con sus guerritas, que en el fondo era una manera de quitárselo de
en medio, porque en Cuba era un problema.
–Cuando lo atrapan, ¿puede
intuir Guevara que será asesinado?
–Creo que él
mantuvo la esperanza de que lo juzgaran, pero el Ejército boliviano no quiso
arriesgarse a lo que supondría un juicio al Che.
–¿Sigue habiendo misterios en
torno a la figura del Che?
–Sí,
empezando por el paradero de sus restos mortales. Yo sostengo que sigue
enterrado en Bolivia. Su cuerpo fue incinerado y como no se quemaba del todo lo
desmembraron y lo enterraron en cuatro lugares de un cuartel. En Cuba, sin
embargo, tienen un memorial con los supuestos restos del Che.
–La CIA quiso llevarse vivo al
Che, pero Bolivia optó por matarlo. ¿Fue así realmente?
–Los
norteamericanos son unos mentirosos compulsivos. No te puedes fiar de las
intenciones de la CIA. Que la CIA avise a los Mossos d’Esquadra en mayo de que
habrá un atentado en las Ramblas de Barcelona sólo puede ser o bien porque
tienen topos infiltrados entre los yihadistas o bien porque ellos han creado el
movimiento yihadista. O los creas, o participas en ellos o los alimentas. O las
tres cosas. A los norteamericanos les interesa un sistema de creación
permanente de terror.
–¿Hoy es inviable una figura
revolucionaria como la del Che?
–Es muy
difícil que alguien así pudiera prosperar hoy día. Y si lo hiciera sería
calificado de terrorista, que probablemente es lo que eran aquellos
guerrilleros. En esa época se les llamaba revolucionarios. El Che fue un
terrorista y hoy sería un yihadista. Es alguien que fusila a cientos de
soldados en Bolivia en nombre de la libertad. ¿Qué libertad es esa? Era un
radical que estaba en la cuadrícula de China, del marxismo maoísta. Por eso se
enfrentó a Fidel Castro. Las fricciones entre ambos vinieron por desavenencias
ideológicas.
–¿Se ha tomado licencias
literarias en el relato sobre Guevara?
–En absoluto.
No he recurrido a la ficción ni he recreado literariamente los últimos días del
Che. El material que tenía era tan fuerte y tan vivo que entendí que no era
necesario.
–¿Sus lectores se van a
sorprender de encontrar un libro suyo tan distinto al resto?
–Supongo que
sí, porque lo habitual es que se encuentren con otro tipo de investigación
basada en misterios. Pero yo soy periodista y he hecho muchas investigaciones
que no tienen nada que ver con lo habitual. Y seguiré haciéndolas, por pura
curiosidad.
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