Antes de morir, policía atrapó a su asesino tras recibir un balazo
El
cabo no se dio cuenta del tiro que recibió en el pecho hasta que logró quitar
el arma al criminal, un muchacho de 17 años que poco antes había matado a otro
joven.
Raúl
Larico Conde, cabo de Policía de 29 años, atrapó a su asesino poco antes de
morir por un proyectil que le llegó en el pecho, según relató una testigo del
crimen que ocurrió el pasado sábado, cuando un par de adolescentes salieron a
las calles de El Alto con un revólver y un arma de electrochoque para matar a
quien se cruzara en su camino. El resultado son dos fallecidos.
"Mi
hermano peleaba, cuando este sujeto me apuntó a la cabeza mi hermano fue y lo
pateó, escuchamos un tiro y él seguía peleando, pero ya le había dado en el
pecho. Mi hermano nos ha salvado y al muchacho con el que estaba peleando lo
agarramos”, contó ayer la hermana del policía.
Larico
se encontraba en una fiesta de la zona Mariscal Sucre. Cuando era la medianoche
del sábado se dirigía a su domicilio junto
con su hermano menor, su cuñado,
su hermana y otra mujer.
De
pronto apareció frente a ellos un muchacho identificado como Roger P. M., de 17
años. "Nos dijo ‘suelten lo que tienen y raspen’”, relató la hermana.
"Nosotros seguimos nuestro camino y él gritó ‘¡Vengan aquí, hay joda!’ y
vinieron otras siete personas, todos muchachos”.
Otro
familiar de Larico, que no presenció directamente los hechos, añadió que el
cabo no se dio cuenta del disparo que le entró por el pecho. Logró quitar el
arma al asesino y lo tumbó de un golpe. Fue allí cuando sus otros familiares lo
ayudaron a retener al criminal y él se desvaneció segundos después.
Roger
P. M. sacó su revólver calibre 22 que se presume pertenece a su abuelo y
disparó. Uno de los primeros tiros supuestamente llegó al glúteo del hermano del cabo, después otro
proyectil impactó contra el cuñado.
Antes
de que otra bala llegara a otra persona, esta vez a la hermana del policía,
éste se abalanzó contra el delincuente para detenerlo y en ese ínterin fue
asesinado.
Se
había casado en febrero de este año y deja a un hijo de menos de dos años en la
orfandad.
Horas
antes, a las 21:30 del sábado, Cristian
Ajahuana, de 19 años, había sido asesinado por la misma persona a quien
describieron como un joven delgado con ambos costados del cabello rapado.
Cristian
llegó a su domicilio después de una jornada de trabajo en un taller eléctrico,
luego salió de su casa con sus amigos y se cruzó en el camino de Roger P. M.,
Jhonatan Q. C., de 15 años, y sus amigos. Minutos después de que la
familia despachara a Cristian, alguien
tocó la puerta de la casa, era uno de los amigos con los que el joven había
salido. "Tu hermano está muerto ahí arriba”, recuerdan que les dijeron.
Se
cree que dos compañeros con los que estaba el muchacho resultaron heridos por disparos. En total son
cuatro (dos del primer caso), aunque la Fiscalía sólo confirmó tres.
Una jueza envía a
prisión a 2 adolescentes por doble asesinato
Roger
P. M., de 17 años, y Jhonatan Q. C., de 15, serán encarcelados de forma
preventiva en sitios diferentes. La jueza de la Niñez y Adolescencia, Ninfa
Sillerico, decidió enviar al primero al Centro de Rehabilitación Qalauma, en La
Paz, y al segundo a un centro para menores en la ciudad de Oruro.
El
Ministerio Público imputó a ambos por asesinato y tentativa de asesinato. Si
fueran adultos podrían recibir una pena de hasta 30 años de cárcel, pero como
son menores de edad, la ley reduce la
sanción a seis años como máximo, explicó el fiscal asignado al caso, Fabio
Maldonado.
De
acuerdo con la investigación preliminar Roger P. M.
sostenía el revólver calibre 22 y Jhonatan Q. C. un arma de electrochoque.
Se
presume que el móvil de los crímenes que cometieron fue "por diversión”.
"Salieron
a molestar a la gente, a provocar a quien se cruzara en su camino, si alguien
les respondía disparaban y usaban este torito para pasar electricidad”, explicó
Maldonado.
Después
del asesinato del cabo de Policía Raúl Larico Conde, de 29 años, Roger P. M. llegó a un hospital con una
lesión en la mano (al parecer por uno de
los disparos) y varios golpes en el resto del cuerpo. Se le encontraron en los
bolsillos 16 proyectiles sin disparar. Además de seis que ya habían sido
utilizados.
Los
familiares de las víctimas señalaron que los agresores no fueron sólo dos
adolescentes, sino ocho en total. Sin embargo, el fiscal indicó que dos menores
de edad son testigos del hecho y que no habría prófugos ni más sindicados que
los dos que se detuvo.
Al
joven que sostenía el aparato de electricidad lo aprehendieron después del que
tenía el arma de fuego. Lo encontraron en su domicilio con lesiones, producto
de la golpiza que le dieron antes de que lograra escapar después del último
crimen.
Los
familiares de Larico reconocieron al asesino del joven, quien también disparó
contra ellos, durante una fiesta en una
zona en la ciudad de El Alto el pasado sábado.
Página Siete / Sergio Mendoza
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