Estuvo preso más de siete años por robar un foco; su madre pide su rehabilitación
Antes de caer en las garras del ‘monstruo’ de Palmasola,
trabajaba en una salteñería y en una tienda donde reparaban celulares. La
separación de su esposa e hijo lo hizo ir por mal camino, contó su madre, quien
sufrió de cáncer de mama
Doña Felicia Rojas estaba en la casa del Plan Tres Mil
donde vive como casera, cuando el 7 de junio vio en la televisión a su hijo
José Alfonzo Soquere (33) hablando ante los medios de prensa, al ser liberado
después de permanecer más de siete años y medio en Palmasola, siendo que la
justicia solo lo había condenado a estar recluido tres años por robo. Es decir
que estuvo recluido ilegalmente más de cuatro años.
“Yo sabía que él no iba a saber a dónde ir por los
problemas mentales que tiene y me puse a llorar porque imaginé que iba a
deambular y pasar frío en la calle”, contó la mujer. Su hijo de 10 años le
preguntó por qué lloraba y le respondió que la persona que salía en la tele era
su hermano.
Sin embargo, ella no supo qué responderle cuando el niño
le preguntó cuándo lo iba a conocer, porque no sabía si iba a poder encontrar a
José Alfonzo.
Sus hijos eran pequeños y solo su niña, que entonces
tenía ocho años, recuerda vagamente cuando José Alfonzo fue atrapado, golpeado
y ‘chicoteado’ por un grupo de vecinos por haber robado un foco en su barrio en
2010.
En aquella ocasión su madre también lloró al ver a su
hijo por televisión golpeado e insultado por la turba, mientras ella estaba
hospitalizada tras haber sido sometida a una cirugía por un cáncer de mama que
se complicó con problemas pulmonares.
La mujer contó que se gana la vida vendiendo empanadas y
sandwiches en el mercado Los Pocitos, del Plan Tres Mil, pese a que por salud
no debe cocinar.
El
terror de la intervención
El 14 de marzo doña Felicia, al igual que muchos de los
familiares de los internos, estuvo en las puertas del reclusorio tras la
intervención policial al centro, que acabó con la vida de siete internos y
muchos otros heridos. La mujer pensó que
José Alonzo era uno de los fallecidos, ya que aquella vez no pudo ver a su
hijo.
“Una vez todo estuvo en calma, a través de la madre de
uno de sus amigos que está preso, me enteré que él estaba vivo y que estaba
bien, por eso me quedé más tranquila”, comenta.
Tratamiento
en un centro
La Dirección de Régimen Penitenciario y la Gobernación de
Santa Cruz consiguieron que José Alfonzo sea recibido en el centro Misión y
Desafío Peniel, que se encarga de la rehabilitación de drogodependientes. “Si
bien el centro le dará acogida, el exreo será atendido y medicado por un
siquiatra de Régimen Penitenciario”, informó el director de esta instancia,
Ivert Melgarejo.
El director de Peniel, Marco Piotti, explicó que no es
conveniente un contacto de la madre con José Alfonzo mientras no sea
estabilizado, para evitar que quiera irse del centro, por lo que sugirió que el
encuentro se dé por lo menos dentro de un mes, lo cual fue aceptado por doña
Felicia.
Respecto a esto, el director de Políticas Sociales de la
Gobernación, Duberty Soleto, indicó que debió solicitar un centro para apoyo a
José Alfonzo luego de dejarlo libre y no antes. Observó que el órgano judicial
debió detectar la situación de los enfermos mentales antes de derivarlos a
prisión, siendo que precisan atención en centros especializados.
Tenía
dos trabajos
Antes de caer preso y ser sentenciado a tres años de
cárcel y que la justicia boliviana se olvidara de él durante siete años y
medio, José Alfonzo Soquere Rojas (33) había salido bachiller y tenía dos
trabajos; atendía a los clientes y repartía pedidos en una salteñería en la
calle 24 de Septiembre y luego caminaba hasta el mercado Los Pozos para
trabajar en reparación de celulares, pues había estudiado ese oficio en un
instituto.
Siendo adolescente, José Alfonzo y su pareja Eduviges P.,
tuvieron al pequeño John David y vivían en alquiler en el Plan Tres Mil. La
vida de José Alfonzo transcurría con esa rutina de dos trabajos y la cría de su
pequeño niño hasta que su esposa decidió irse a España. “El niño tenía un año y
medio y se quedó con su abuela materna, pero al poco tiempo la madre de la
criatura lo llevó con ella a España y no lo volvimos a ver. En julio John David
cumplirá 18 años”, relata doña Felicia.
Por
el mal camino
La separación de su pareja hizo que José Alfonzo
cambiara, según su madre, de ser un joven responsable que tenía dos trabajos y
dos cuartos en alquiler con todo lo necesario, a empezar a andar con malas
compañías y a consumir bebidas alcohólicas. “Bebía porque tenía la esperanza de
que su mujer iba a volver, pero luego se dio cuenta de que no retornaría”,
señala doña Felicia.
Fue en ese tiempo en que empezó a perder todas sus
pertenencias, sus muebles, los electrodomésticos y quedó viviendo en un cuarto
prácticamente vacío. En esas circunstancias, cuando doña Felicia fue operada
por el cáncer que sufría, cayó preso por robar un foco de la casa de un vecino,
según la mujer.
Le
pidieron Bs 5.000
Cuando se le pregunta por qué su hijo fue acusado de
tentativa de homicidio y luego la investigación cambió a robo, Felicia Rojas
dice ignorar el motivo y que no conoce mayores detalles, pues ella estaba
internada cuando eso pasó.
Lo que sí recuerda es que cuando su hijo cumplió los tres
años a los que fue sentenciado, ella se enfrentó con el pedido de un abogado
que le dijo que se necesitaban Bs 5.000 para tramitar la libertad de José
Alfonzo, algo que ocurrió casi cinco años después.
El Deber
/ Fernando
Soria Sejas
Estuvo preso más de siete años por robar un foco; su madre pide su rehabilitación
Reviewed by Fabian
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7:25:00 a.m.
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