Abigail, cinco años buscando a su mamá perdida en un camión




Los ojos de Abigail se han hecho más pequeños, su rostro más duro, su mirada más profunda. Se ha hecho mujer a golpes. No tiene miedo. Quizá rabia.
Hace más de cinco años que desapareció su mamá y no ha habido Tribunal donde encontrara consuelo. Al contrario. La última ha sido enviar la causa a Santa Cruz. Más y más trabas. Más y más dolor.
El cuaderno de investigaciones dice que la última vez que se vio a Alejandra Iriarte Guerrero con vida fue en la ciudad de Cochabamba, camino a Quillacollo, concretamente cargando material en la fábrica Duralit ubicada en la avenida Blanca Galindo kilómetro 7,5  en su camión Volvo. Era el 30 de septiembre de 2011.
Alejandra lo había apostado todo a su camión Volvo del 82, Abigail saldría profesional unos meses después. Tarija estaba creciendo a golpe de gas y gasto público. Era el momento de las buenas oportunidades… y desapareció.
Como si se la hubiera tragado la tierra. A ella y al camión que en dos o tres días debía haber llegado a Tarija ya para pensar en la campaña navideña. Abrir el caso en Tarija ya fue un problema para todos. Con escaso personal asignado y con las carencias de coordinación entre Policías departamentales, el fracaso se  anticipaba.
El camión encontrado
Abigail nunca se achicó, nunca dejó de buscar el camión. En enero de 2017 logró identificar el vehículo en Santa Cruz en uno de tantos viajes que hizo, casi a ciegas, para buscar un cabo en el que agarrarse.
No es cierto que fuera casualidad, Abigail había memorizado cada detalle, había interiorizado datos y características. Había mirado decenas, centenares de camiones Volvo del 82 a lo largo y ancho de Bolivia y del norte argentino. Para ella no había ninguna duda de que aquel era el camión en el que su mamá viajó a Cochabamba a recoger el fatídico último pedido.
Casi sin posibilidades y una vez más contra pronóstico, Abigail logró que los agentes de la Dirección de Prevención e Investigación de Robo de Vehículos le prestaran atención. En pocas horas se secuestró el vehículo. Una luz se abría en el horizonte.

Más aún, la inspección dio cuenta de que el número de serie había sido alterado y se encargó la pericia más conocida como el revenido químico. Sólo el sexto número original pudo ser recuperado, un 2 coincidente con el número original. El vehículo quedó secuestrado en Diprove.
Con el dato, Abigail logró que el caso al que se había dado carpetazo en marzo de 2014 por falta de pruebas e imputados a los que aferrarse. La ilusión renacía. La posibilidad de encontrar al menos una pista, una parte de la verdad, conocer el destino de su mamá, le volvió a encender el ánimo en el interior.
Abigail nunca perdió la convicción de encontrar un día una pista, el paso de los años le permitió ir acomodando el corazón a la situación. Volver a sonreír sin sentir culpa. Recomponer su vida a la situación. Luchar prácticamente sola, con el incondicional apoyo de su pareja se hacía cuesta arriba.
La burocracia judicial hizo que el caso se vaya a Santa Cruz, al juzgado séptimo en lo penal y si nadie lo remedia, allí se quedará. Así son los procedimientos. Abigail traga saliva. Nunca ha sido fácil. Rendirse no está en sus planes.

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